“CONFIANDO EN EL SEÑOR EN TIEMPOS DIFICILES”

 


UN TIEMPO DE REFLEXION.




DESDE LA PAGINA LUZ DE LA PALABRA DE DIOS EN NUESTROS CORAZONES

DRA ZAIDA MARCANO DE NAVAS.


  La paz de Dios es una bendición en nuestras vidas.

todos están en busca de paz, ¿por qué a veces es tan difícil encontrarla? la única y verdadera fuente de paz, es Dios mismo.

La paz de Dios, guardará vuestras mentes y corazones en Cristo Jesús.

 Es como una fortaleza. Es un lugar al que nadie más puede entrar. Nadie te puede atormentar o vencer en ese lugar. Es como el ojo de la tormenta.

 Es un fuerte alrededor de nuestras mentes y alrededor de nuestras emociones.

  “¿Alguna vez tendrá paz esta tierra?”

 Los conflictos lo vemos en los países, los hogares, en nuestras vidas etc., todos hablan de las formas y consejos para alcanzar la paz, desean paz en sus corazones, en sus hogares, en sus relaciones, en los lugares estresados…claro que vivimos en un mundo de caos, criticas, apresurados, y con relaciones rotas en todos los niveles.

Cuando venimos de rodillas y con espíritu de humildad con una petición por la paz de Dios,

Es una de las cosas que más anhelamos. Como esta petición es parte de una oración al Señor por su bendición, vemos la fuente de la verdadera paz.

“El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti… el Señor alce sobre ti su rostro” (versículos 25-26a). "Señor, queremos Tu sonrisa. Queremos Tu complacencia. Queremos Tu presencia en nuestras vidas”.

 “[que el Señor] te dé paz.” Que el Señor te bendiga. Que el Señor te dé paz.

 

La paz sea contigo. Es una palabra que habla de bienestar, de contentamiento. Es una palabra que habla de salud y seguridad, de amistad, paz con Dios, paz con los hombres, paz aquí en la tierra y paz en el cielo. Es una palabra que habla de plenitud.

 Él no solo nos da paz con Dios, sino que también nos promete que podemos tener la paz de Dios guardando nuestros corazones y nuestras mentes en un mundo perturbado, donde no hay mucha paz.

Piensen por un momento en lo que está sucediendo en el Medio Oriente, países de América latina y los intentos de lograr que haya paz. Las personas firman un acuerdo y al día siguiente ya lo están rompiendo. Pero Jesús dice: “No os la doy como el mundo la da.” Él dice: “No se turbe vuestro corazón, ni tengan miedo” (Juan 14:27).

Luego el apóstol Pablo sigue con ese mismo tema en el Libro de Filipenses en el capítulo 4. Él les habla a personas que están pasando por verdaderas crisis en la vida. Él les dice: “Por nada estéis afanosos” (versículo 6). No dejen que nada les robe su paz. 


Si quieres la paz de Dios, la quieres en tu corazón, en tus relaciones, en tu hogar, necesitas ser llena del Espíritu de Dios. Cuando eres llena de su Espíritu, estás operando no en tus propias fuerzas, no en tus propios esfuerzos, no en tu propia energía, sino en el poder, en la fuerza, y en la vida que Él da, encontrarás que Dios puede volver esas aguas turbulentas en aguas tranquilas.

Imagínate por un momento a Jesús de pie en esa barca contigo en ese tormentoso mar. Cuando sea la hora, a Su manera y según a Él le plazca, Él hablará y dirá: “Aquiétate.” Aun antes de que esas aguas se asienten, la tormenta a tu alrededor puede seguir con toda su furia. Puede que no le plazca detener las olas en ese preciso momento. Las Escrituras dicen que: “Él agita las olas y que Él la sosiega, que Él las aquieta” pero Él decide cuándo y qué hacer (paráfrasis de Jeremías 31:35). Pero aún cuando las olas se estén agitando, puede haber paz.

 Si estamos esperando que un partido político, un gobierno, un sistema, nuestros padres, una pareja o un hijo o un trabajo o una amiga o una iglesia sea el medio supremo para obtener gracia y paz en nuestras vidas, nos estamos preparando para una gran decepción. La paz y la gracia vienen a nosotros de parte del Señor.

Cuando Dios haya derramado Su gracia y Su paz sobre cada persona , entonces tendrás una copa llena, un tanque lleno, que al desbordarse ministrará gracia y paz y bendición a todos aquellos a tu alrededor.

Ahora bien, la plenitud de esta bendición, como hemos estado viendo, se completa en el Señor Jesucristo. Él es el que vino a esta tierra a bendecirnos. Hechos capítulo 3 nos dice que Dios lo envió para bendecirnos, apartándonos de nuestros pecados. Él es quien nos guarda de caer (ver el versículo 26).

Él es, de acuerdo a hebreos capítulo 1, "el resplandor de la gloria de Dios" (versículo 3). Él es la imagen del rostro de Dios. Él es Dios hecho visible. Él es el rostro de Dios brillando sobre nosotras.

Él es el que vino y trajo gracia y verdad a nosotras aquí en la tierra cuando estábamos alejadas de Dios y éramos sus enemigas. Nos trajo gracia. Él es el Príncipe de paz. El Señor

Cuando vamos a ese último libro de la Biblia, el libro de Apocalipsis en el capítulo 22, el último capítulo, alcanzamos a ver un vistazo de ese estado final y bendecido del pueblo de Dios. La misma bendición que fue orada en Números capítulo 6: “El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz” (versículos 24-26).

Eso fue lo que el apóstol oró en el Nuevo Testamento: “Gracia y paz sean a ustedes”, y lo que Jesús dijo: “Mi paz os doy”. Solo hemos experimentado una pequeña medida de esa bendición de este lado del cielo. Pero vivimos con la promesa de que en la plenitud del tiempo de Dios vendrá la consumación, la terminación, el cumplimiento total de esa bendición.

Permíteme hacer esta oración por ti. “Que el Señor te bendiga y te guarde. Que el Señor haga resplandecer Su rostro sobre Ti y tenga de Ti misericordia. Que el Señor alce la luz de Su rostro sobre ti, y te dé paz”.

Dios dice que cuando hacemos esa oración, Él promete “que pondrá Su Nombre sobre su pueblo y lo bendecirá.” Amén.




Predica de Zaida Marcano de Navas. 

https://www.facebook.com/watch/live/?ref=watch_permalink&v=1143581563592176

 

 

Respetamos el autor del video y sus derechos . 



Dra. Zaida Marcano

Sierva de Jesucristo e Hija del Altísimo


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