Bienaventurados los que lavan sus vestiduras ...
Bienaventurados
los que lavan sus vestiduras para tener derecho al árbol de la vida y para
entrar por las puertas a la ciudad”
(Apocalipsis 22:14).
“Seréis, pues, santos
porque yo soy santo” (Levítico 11:45).
Dios es santo. Desprecia los pecados del hombre, por lo que los
indicadores del arrepentimiento verdadero son la purificación y transformación
de las diversas actitudes satánicas de las personas —arrogancia, engreimiento,
egoísmo, bajeza, alevosía y astucia—, que aquellas practiquen las palabras de Dios
sea cual sea su entorno, que ya no pequen ni se opongan a Dios, sino que lo
obedezcan y veneren sinceramente, y que Él las haya conquistado por completo.
Esas son las únicas personas
verdaderamente arrepentidas.
¡Él nos salvó! Su sacrificio por nosotros,
denominado la Expiación, es el acontecimiento más importante que jamás haya
ocurrido. Gracias a Él, la muerte no es el fin.
Por causa de Él, podemos
ser perdonados de nuestros pecados, volver a estar limpios y ser mejores
personas día tras día.
Las buenas obras fluirán de un corazón arrepentido. Si no hay fruto es porque no hay raíz. No hay
evidencia.
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