DIOS ES RESTAURADOR Y REDENTOR.



 

La debida atención pastoral a las personas confundidas en su identidad.

  El problema de la homosexualidad y del juicio ético sobre los actos homosexuales se ha convertido cada vez más en objeto de debate público, frecuentemente se proponen argumentaciones y se expresan posiciones no conformes con la enseñanza de la palabra, que suscitan una justa preocupación en todos aquellos que están comprometidos en el ministerio pastoral.

Cuando un hijo dice «soy homosexual»

 Que harías tu?

Episodio de aviva los corazones 

Por consiguiente, esto se   ha considerado el problema tan grave, por consiguiente, se puede comprender con claridad en qué sentido el fenómeno de la homosexualidad, con sus múltiples dimensiones y con sus efectos sobre la sociedad y sobre la vida eclesiástica, es un problema que concierne propiamente a la preocupación pastoral de la Iglesia.

Por lo tanto, se requiere de sus ministros un estudio, un compromiso concreto y una reflexión honesta, teológica.

 Es necesario precisar, por el contrario, que la particular inclinación de la persona homosexual, aunque para él no sea pecado, constituye una tendencia fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Considerada como desordenada.

 Quienes se encuentran en esta condición deberían, por tanto, ser objeto de una particular solicitud pastoral.  ¿Qué debe hacer entonces una persona homosexual que busca seguir al Señor?

 Estas personas deben ser atendidas y predicárseles la palabra de Dios con amor y actitud de enfoque de arrepentimiento, por eso la suficiencia de la palabra de Dios, están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, uniendo al sacrificio de la cruz del Señor todo sufrimiento y dificultad que puedan experimentar a causa de su condición.

 Esto no es otra cosa, en realidad, que la enseñanza de apóstol Pablo a los Gálatas, cuando dice que el Espíritu produce en la vida del creyente: «amor, gozo, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí» y aún más: «No podéis pertenecer a Cristo sin crucificar la carne con sus pasiones y sus deseos» (Gal 5, 22. 24).

La cruz constituye ciertamente una renuncia de sí, pero en el abandono en la voluntad de aquel Dios que de la muerte hace brotar la vida y capacita a aquellos que ponen su confianza en El para que puedan practicar la virtud en cambio del vicio.

La Respuesta del Pastor Cuando Lo Invitaron a Una Boda Homosexual: Miguel Núñez

 

Les comparto este video ilustrativo.

https://www.youtube.com/watch?v=HSCrrvpXlM4

 

Hija del Altísimo

Dra. Zaida M de Navas. -

 


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