Tú también lastimas..?

Seguro has escuchado mucho el pasaje que inicia: Por cuanto todos pecaron… (Romanos 3:23) Bueno, ese “todos” te incluye a ti. Tú también eres un pecador y también hieres y herirás a Dios y a los demás con lo que dices, haces y a veces incluso con lo que dejas de hacer. A veces no te colocas en el sufrimiento del otro, o simplemente vives tu evangelio a tu manera.

 Antes de ver a las personas como malvadas por su pecado hacia ti, intenta recordar cuántas veces (al día) pecamos contra Dios.

 Podrás extender más gracia y misericordia cuando entiendas que también eres un pecador.

Meditando las escrituras...Cuando somos lastimados por cualquier situación deberíamos de reflexionar cuantas veces fue lastimado y defraudado Jesús.

Él nunca pecó

Y jamás engañó a nadie.

No respondía cuando lo insultaban

Ni amenazaba con vengarse cuando sufría.

Dejaba su causa en manos de Dios,

A veces  hay días en que todo nos duele, las lágrimas salen solas, no tienes ánimo ni para salir. Los colores se vuelven grises, a veces llega al punto en que queremos tirar todo por la borda y rendirnos.

Ya sea que solo estés un poco triste o atravesando una tristeza profunda, es importante que te detengas y busques de dónde viene ese dolor.

Es difícil tener nuestros ojos llenos de lágrimas cuando estos están fijos en lo eterno.

Pregúntate a ti mismo, ¿por qué estoy triste? y cuando ni tú misma sepas por qué pídele a Dios que escudriñe tu corazón.

En ocasiones  la tristeza no es más que la queja dentro de nosotros  mismos,  que ya no sabe por dónde salir, es la manifestación de toda mi ingratitud y egoísmo…

 Estaremos bien  cada vez que fijemos los ojos en Cristo.

Cuando estoy triste suelo leer el Salmo 119: 28, y siempre es dulce encontrarme con este versículo:

De tristeza llora mi alma; fortaléceme conforme a tu palabra.

 

Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo, porque tú has sido mi refugio, y torre fuerte delante del enemigo.(Vers. Reina y Valera)

Desde el último rincón de la tierra clamo a ti, pues mi corazón desfallece. Ponme a salvo sobre una alta roca, pues tú eres mi refugio. ¡Eres como una torre fuerte que me libra del enemigo!(Vers. Dios Habla Hoy) SALMO 61: 2-3

 

 


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